¿Cómo me he de ir de aquí, si mi corazón queda en esas tapias, y mi
cuerpo inerte viene a buscar su centro?[...]
¿El sol que sale ya por los balcones de oriente? Sal, hermoso sol, y mata de envidia
con tus rayos a la luna, que está pálida y ojeriza porque vence tu hermosura
cualquier ninfa de tu coro. Por eso se viste de amarillo color.[...]
Nada me dijo. Pero ¿qué importa? Sus ojos hablarán, y yo responderé.[...]
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